
Desde que esta especie llamada homo sapiens empezó a caminar, todos y cada uno de sus miembros hemos querido tener un Julián Assange en el bolsillo, todos y todas hemos deseado tener profetas, adivinos, gurús, bolitas mágicas y espejitos donde poder descubrir arcanos y todos los secretos a los que no llegamos, bien por ignorancia o por el maquiavélico invento de aquellos de “la mano que mece la cuna”.
A todos nos gustaría tener un wikileaks en La Isla pero no solo para los polvorines de Fadricas sino para todos los polvorines en potencia; Sería fantástico conocer, aunque fuese por capítulos como los de las novelitas de las series televisivas, el por qué Defensa, Junta y el que preside los plenopantomimas no nos revelan los auténticos motivos por los que ninguno suelta cacho de esos terrenitos a los que se aferran como si debajo hubiese petróleo. Todos dicen “defender” los intereses de los isleños, pero ya nos gustaría que Assange nos descubriera cuales son los intereses ocultos que cada parte tiene para no llegar a acuerdos positivos para la ciudad.

Ya quisiéramos tener un Julián que nos brindara la oportunidad de conocer todos y cada uno de los pasos dados por los cacos para burlar la obligada vigilancia y controles en papeles, arqueos, cuadres de caja y contabilidad y sin que nadie de nuestros magníficos y reconocidos gestores advirtiesen la sangría en la caja municipal o por que agujero se colaron para llevarse los partes de trabajo del alcantarillado o cual es el misterio para que a dos empresas siempre se les adjudique todas las obras, que no son pocas, que se realizan en La Isla; Sería apasionante saber en que tienda de veinte duros encontró la varita mágica la Sra. Álvarez para que donde hay vertidos, desaparezcan o para que una empresa que amenaza y advierte de que a partir de enero no tendrá dinero para nominas porque el ayuntamiento le debe ocho millones de euros, al mismo tiempo le diga a los trabajadores que no se alarmen, que sus honorarios están garantizados. ¡Cuantos misterios!
Pues eso, que son muchas cositas las que nos gustaría conocer a través de un Wikileaks de La Isla, que no sea usted tacaño, alcalde, no lo quiera para usted solo, que para eso tiene usted a sus cachorritos-espías de las “juve” haciendo reportajes fotográficos para posteriores recuentos (lastima que no se le ocurriera apostar a un chico con cámara en la ventanilla de la caja y ahora no le estaríamos pidiendo responsabilidades por el desfalco). Todos y todas, en La Isla queremos un Assange en casa.
1 comentario:
Siempre he dicho que el párroco de la iglesia de la pastora puede ser nuestro Assange isleño. Lo que sabrá ese hombre de dios y que, por secreto de confesión, no podrá contar.
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